viernes, 5 de octubre de 2007

LA SIRENA
















LA SIRENA


Me atrae un sonido solaz,
el crepúsculo es críptico,
se escuchan las olas golpear las rocas,
oyéndose como tambores,
oyéndose una voz en escala creciente,
misterioso canto con ritmos griegos,
de paz y despedida a sus fallecidos,
cayendo en un letargo muy extenso,
se alborota toda la costa,
tormentas y ciclones, como si bailaran,
el mar le da la bienvenida,
canta junto a ella,
como coro de ángeles en el cielo.

Mística es mi sirena,
me canta desde la arena,
con su llamado desde el mar
me encanta e hipnotiza.
me encuentro atónito,
sin una voz en mi boca,
sin palabras en mis labios,
concentrándome en las rocas.

Solamente oigo su voz
lujuriosa seduciéndome las alas,
solamente oigo su voz
alimentándome en la oscuridad nocturna.
impulsándome hacia la playa,
en el vaivén de las aguas.
desprendiéndose al viento
las plumas de mi cuerpo.
sólo escucho su risa
sobre el mar perplejo.
Los moluscos hacen compañía a su canto,
las estrellas y la luna la iluminan,
su reflejo suenan a órganos y pianos,
el viento que rozan las ramas secas,
se entonar al cantar, flautas dulces,
con el arpa hecho de sus cabellos,
despertando la magia del fondo marino.

Sin conciencia, la tierra se aleja,
a flote y a la deriva.
su voz es mi brújula,
con la música que se escucha desde el cielo.
¡ven a mis brazos y bésame con el calor del ocaso!.
Las aguas evanescentes
la cubren, vistiéndola de blanco,
el mar hipocondríaco me alejan
sin poder tocar su vientre.
La busco y no la encuentro,
la que me guía en sus sueños,
ojos profundos de alta mar,
en las violentas y errantes aguas.
¡si tú fueras el mar,
que gusto de navegar en tus aguas,
y acariciar las olas,
llegar al remolino que me atrae,
volverme náufrago en tus mares,
sirena y ninfa de mi inspiración!.
sumergido por la marea,
la hallé sin ropas ligeras,
la luz es subrepticia,
bajo tu oceánica figura.

Las algas marinas la abrazan,
enredándose en su cuerpo como serpientes;
benditas las sensuales aguas,
el mar tiene tu magia.
de su cabecita a la cintura,
una enorme capa oscura,
tapando su desnudo cuerpo,
flameando como bandera al viento.


Bésame, por que me ahogo,
no es una mala excusa,
al querer distinguirte,
de la realidad andrómina.
mis labios son silentes,
cuando la beso en el torbellino,
entonces, el océano se calma,
y las corrientes de ella me separan.

No tengo nada mas que explicar,
me golpean las olas como frazadas,
y se retiran acariciando mi cuerpo con su mano
en mis sueños, para irme y seguirte
hasta el fin del crepúsculo,
y el mundo infinito de tu canto.



LUIS MIGUEL ROQUE RAMÍREZ